¿Una escalada de la respuesta del poder tradicional a las nuevas fuerzas políticas de América Latina?
Por Diego Saravia, publicado en Redacción
Con preocupación veníamos siguiendo los sucesos derivados del esfuerzo del legítimo Gobierno Hondureño por reformar su constitución. Reformas que son el sello de todos los procesos de cambio instaurados en América Latina luego del fracaso del consenso de Washington y la única respuesta en marcha para derrotar nuestra pobreza.
Hasta ahora fueron resistidas en Venezuela, en Ecuador, y en Bolivia mediante una combinación de acciones, algunas legítimas en el marco de la democracia, otras no. El único antecedente cercano en America Latina de reemplazo de un Presidente fue el golpe contra Hugo Chavez, que fue restituido por la protesta popular.
Es evidente que estamos ante una escalada de las respuestas del poder tradicional al avance del proyecto “bolivariano” que se visibiliza en Venezuela pero que tiene sus raíces mas profundas en Cuba.
Es siempre interesante notar la diferente fuerza que el cambio ha adquirido en diferentes países de la región. Perú y Colombia permanecen en manos de gobiernos neoliberales. Brasil, Uruguay y Chile con gobiernos moderados, realizan cambios culturales. En Argentina se pudo recuperar las jubilaciones y parte de las empresas privatizadas por el anterior avance neoliberal. Hoy parece avanzar el neoliberalismo de la mano de la patria sojera pretendiendo volver a reconquistar los espacios ganados desde las dictaduras y el Menemismo. En Bolivia, Ecuador y Venezuela han avanzado notablemente los procesos de cambio y se han logrado importantes reformas constitucionales y económicas, si bien no todas las intentadas. En Centro América también hubo importantes avances, de los cuales Honduras era parte. En Nicaragua volvió el Sandinismo, y en el Salvador el FMLN gano las elecciones.
Vemos que el contra-cambio siempre busca estrategias en cada región para lograr sus propósitos. Lo interesante es que parecían abandonados los mecanismos golpistas aplicados otrora en todo el continente, sobre todo dado el fracaso del mismo en Venezuela. La principal conclusión que debemos sacar es que no lo están. Sabemos que siguen dispuestos a utilizar estas estrategias cuando no obtienen resultados por otras vías.
No hay aceptación por parte de la derecha latina de la democracia como base común de desarrollo de los conflictos sociales. Usarán la fuerza cuando sea necesario.
Es entonces necesario pensar estrategias para oponerse a esta fuerza militar. En décadas pasadas las estrategias fueron guerrilleras, tanto urbanas como rurales. Hoy parece consolidarse un modelo de acción de protesta cívica. En Argentina el espacio de protesta ciudadana fue ganado por la patria sojera, también el espacio electoral, sólo quedo a los sectores sociales mas desfavorecidos la estrategia del corte de ruta (también adoptado por los terratenientes). Habrá que ver si el modelo de protesta da resultados en Honduras y si se logra restituir la democracia y continuar el proceso constitucional en curso.
En Argentina debemos crecer en tres caminos: el comunicacional, logrando medios de información populares donde la libertad de expresión sea para todos, no solo para los dueños de los medios; el político, reformando nuestros partidos políticos para poder llevar adelante un proceso de cambio en la sociedad; y el económico para poder articular desde abajo una economía participativa que de respuestas, conocimiento y capital a los más pobres. Sólo el avance en estos procesos nos permitirá articular una respuesta efectiva al avance de la contra y constituir actores sociales capaces de defender la democracia.
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